En menos de 24 horas hemos visto en el Festival de Cine dos cortos que se han estirado para convertirse en largos: la película rumana Principii de Viata y la argentina La mirada invisible.
A veces vemos cortos en el cine (más bien en la tele, ya que ver cortos en la sala de cine es hoy casi un milagro) con tanto contenido y tanto que decir que parecen bollos de pan rellenos de apretada miga que parecen a punto de reventar. Otras veces vemos largometrajes que estan vacíos de contenido, o mejor dicho que cuentan una historia que podría haberse resuelto en 10 minutos, en lugar de gastar los noventa del largo, son panes sin miga con una corteza que revienta en cuanto la agarramos, ya que no hay miga que los sustente.
Las historias eran interesantes, las ideas muy buenas, pero para contarlas de esa manera no era necesario usar tantos rollos de celuloide...
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